sábado, 19 de noviembre de 2011

Tormenta

Truena. Pero, en el silencio, la luz de cada relámpago hace brillar el cielo.
Probablemente, tampoco sea tan escalofriante. Y, en definitiva, los escalofríos, en ocasiones, son tremendamente irresistibles. Su voracidad queda cubierta por la fina capa del placer. Igual que las nubes cubren a los rayos.
La tormenta no es placentera. Mas las estrellas continúan estando ahí, en lo alto, como todas las noches, incansables.
Carece de importancia que, en esta velada, tan solo algunos ojos puedan contemplarlas; en cada silencio, brillando con cada relámpago.

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